jueves, 15 de mayo de 2014

Tampoco

A ella que nunca le gustó escribir microrrelatos. Tan barrocos ellos, llenos de palabras entremezcladas que pocas veces dicen algo. Le gustaba la poesía porque era, directa, como ella. Por su amor a la palabra impúdica, llena de nostalgia. A esa palabra que se convierte en acción. Como todo lo que gira. Como el mundo que sigue a pesar de los disgustos de ella.
Que se para frente a la hoja, con sus labios que le duelen, sabor a coca-cola light y galletitas Lincoln. Con su angustia porque la hoja le pesa, la corta como un bisturí y ella se deja absorber en ese juego vouyerístico donde la hoja la mira, pero no le pide nada a cambio. Más que un fragmentos de vida , una gota que se perdera, para siempre...en el rió de la discordancia. Porque a ella nunca le gusto escribir microrrelatos, no. Ni pasar las noches sola, comiendo galletitas de vieja. Ni mirando los apuntes de Freud ahora aplastados por el gato que se le quejan, de la desidia. Que le preguntan, por las poesías que tampoco están. Por esa cara pálida a la espera.
De algo que solo ella sabe, no sucederá jamás, no por lo menos esta noche donde inspiración se tomo mal el subte y se fue a la cabeza de otra chica, que vivía en un barrio más conocido y tenía una puerta a la que era más fácil llegar. Una chica que de seguro esta tomando vino con amigos y en este momento, tampoco puede escribir. 

                                                                                                                                                                                                                            Sofía

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