domingo, 25 de mayo de 2014

El tiempo, ella y él.

Todavía recuerda la primera vez que lo vio. Si hubiera sabido que ese momento tan efímero se iba a volver tan significante en su vida hubiera preferido no haberlo visto nunca. Llego tarde, a esa clase y a su vida. O ella había llegado tarde. Lo cierto es que a veces el amor y el tiempo transcurren en atmósferas distintas, impenetrables. Y atrevernos a engarzarlos puede representar la pérdida total del ser.
Llego tarde y vestido con ropa deportiva, y ella, que siente un fervor casi patológico por identificar personalidades se dijo a sí misma “Es un pibe de barrio”. “Debe ser repartidor de pizza”. Estaba muy lejos de dar con su verdadera identidad. Lo cierto es que ese pibe de barrio le había llamado la atención de una forma desmesurada pero no puramente positiva. Había llegado tarde, le pareció hasta irrespetuoso. “Que pibe colgado”. Con lo que ella veneraba llegar puntual a esa clase. Lo cierto es que cinco meses más tarde él estaba encima de su cuerpo desnudo, con la misma cara de colgado, pero ahora lo recordaba distinto.
El recuerdo siempre nos engaña, a veces los recuerdos son pequeñas obras de ficción construidas en la mente. A veces el recuerdo, aquello que nos queda, puede condenarnos para siempre.
Lo cierto es que los recuerdos de ella y los recuerdos de él no serían los mismos. Porque cada personaje experimentó esta historia de forma distinta y porque esos pocos años que los separaban eran letales y solo olían a sufrimiento.
Ella se entregó, o así lo recuerda él. Él se entregó o eso recuerda ella. Que teme recordar por la intensidad de lo vivido. Pero lo malo de los recuerdos es que son desubicados, impertinentes y a veces desconsolados, los peores de ellos ahondan en nuestra conciencia y no nos permiten dormir.
De repartidor de pizza a príncipe y asesino. Y ella de princesa prepotente e intelectual a víctima del abismo de la perdición del ser, porque a veces el amor te hace perder la cabeza. Lo malo de ello es que la cabeza es lo más importante que tenemos, o eso pensaba ella antes de perderla por él.

Ahora el recuerdo se encarga de contar la historia sola, donde ella sale vencedora y él sufre, pero todos sabemos que no es así. Porque a ella el papel le importaba, por eso llego puntual a su clase de teatro, y él llego tarde y con ropa deportiva, como quien viene a pasar el rato, en su cuerpo, en sus cosas, en su mente, en su vida.

                                                                                                                                                                                                                             Sofía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario