Me imagino que conozco a alguien igual a vos, alguien que también odia a Tarantino, que le gusta el bizcochuelo pelado y hace ruido
cuando toma sopa sólo para molestarme. Imagino que es alto, se recorta la barba
y lo conocí igual que te conocí a vos, en una discusión de analógicas contra
digitales. Que tiene una risa como la tuya y es igual de mujeriego, que calza
43 y medio, odia a Superman y grita los goles del Barza. Imagino que también
tiene un perro, la heladera vacía y la biblioteca llena. Imagino que es igual a
vos, pero no tiene a nadie que lo llame para saber dónde está, y tampoco tiene
a nadie a quién mentirle para no decirle con quién está. Imagino muchas cosas,
pero cuando me pongo a pensar cómo sería el final del microcuento, te ponés a
cantar un tema de El Kuelgue en la
ducha y yo escapo de esta historia por la puerta del departamento, con la
mochila al hombro llena de anécdotas y un par de remeras sucias, imaginando que
esta vez es la última que vuelvo.
Rocío
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