lunes, 5 de mayo de 2014

Levedad

Estaba parada frente al espejo del hotel, desnuda. Con su pelo negro apenas por los hombros. La espalda tatuada se reflejaba eterna y hermosa.Su flequillo perfectamente simétrico sobre su cara de princesa le recordaba a las mujeres de los años cincuenta. Le faltaba solo un sombrero que marcará su actitud, tan maravillosamente masculina. Pensó él.
-¿Te gustan mis tetas? Preguntó, contorneando el pecho como bailarina de contemporáneo.
Y entonces él supo, que era la mujer de su vida.
Se prendió un cigarrillo mientras cruzaba los brazos debajo de su pelo corto. Tirado en la cama con sus ojos de halcón acariciaba su largo cuello esbelto, su vientre, sus caderas tan gloriosas. Las mismas que hace unos minutos lo habían abstraído del tedio. Ella podía sentir como su mirada y su lengua le atravesaban las piernas. Sudaban sin tocarse. Y entonces a él le sonó el celular. Su postura cambio  completamente, volvió el gesto serio, las miradas hacia los costados. Y ella lo supó. Supo que la vida de él nunca sería de ella.

La levedad del encuentro, tiene su peso, pensó ella mientras se vestía.

                                                                                                                                                                                          Sofía Gómez Pisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario