Marisa tiene un poco de frío, se siente también un poco insegura. Sus miedos y el otoño no se llevan nada bien. Se acerca hacia la parada del colectivo y escucha un barullo de almas. Ella siempre fue tímida y si algo la caracterizaba era el diálogo cortado y solo sobre cosas relevantes. Cúanto odiaba todas las conversaciones superflúas del mundo. Ella misma las habría clasificado : las del ascensor, las del clima, las de la farándula. Estas últimas le despertaban las más turbias miradas de culo y los más hondos dolores de estómago. Casi tanto como la falsa amabilidad. Para desdicha de ella su madre y su hermana, como conformando un club privado tenían como fin último de todas las noches, comentar la vida de Nazarena Velez,Tinelli, y otros seres que monopolizan la pantalla. De chica Marisa aprendió a irse a comer sola a su habitación. Todos estos hechos la llevaron a creer que ella debía haber nacido en algún país lejano como Plutón o Marte, donde la gente que adorara la brevedad de palabra y las charlas profundas se encontraría. Gente con poca pose canchera y tendencia a la sonrisa débil, sumisa.Como ella. Que en otoño se sentía todavía más desubicada al ver a la gente almidonarse junta y hablar estupideces consecutivas. Ella creía que era en efecto la necesidad de calor lo que claramente los agrupaba. Por eso se compró una buena campera forrada. Para colmo pispió su bolsillo y notó que tenía la sube pero recordó, cambiando el color de su cara, que ya no le quedaba crédito. Entonces lo vió. Su compañero de banco, en la parada.
- Hola Maru.
-¿ Te tomas el 60?
- Sí, pero...
- No te preocupes, yo te invito.¿ Che viste lo que paso con Rial de la pelea?
Y así fue como Marisa, finalmente, decidió, luego de exponerse a una larga noche en la parada, que debía comprarse una bicicleta.
Sofia Gómez Pisa.
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