En otra vida debería haber sido espía
rusa o una mujer con sombrero navegando
por algún canal de Paris, conectando continentes. Por ahora era una estudiante
desempleada tomando mates, leyendo la conformación de la radio, escuchando
Eminem para levantarse la autoestima. Odiándose por momentos, queriendo tener
control total sobre sus sentimientos. Viéndose en esto último muchas veces impedida.
En esos momentos envidiaba a robocop o a cualquier objeto inanimado sin
corazón. O a las máquinas, como esta computadora que ahora guardaba estos
fragmentos de porquería.
Pero no, en esta vida era la que tenía
que dar un parcial el lunes mientras soñaba despierta escuchar algún violín en
la belle epoque recordando alguna que otra película de Woody Allen, rezando
porque a las doce horas pudiera irse a la esquina de su casa y ser
inmediatamente transportada a Roma, haber nacido hombre y ser un gladiador o
alguien meramente importante. Pero habiéndose hecho desde abajo, como algún
limpiador de botas estadounidense que luego se convierte en el primer hombre en
escribir una nota en la imprenta. O ser la reencarnación de Pablo Neruda e
inventar los versos más bellos esta noche. Les diría:
“Me gusta cuando estudias porque estás como
ausente. Estas ausente entre tus amigas,
estás ausente en el whatsapp, en facebook. Hasta te extraña la cajera de
coto que sabe, que hoy no saliste ni a comprar cotonetes. Me gusta cuando
estudias porque estás como ida. Impedida de ser absorbida por el mundo real,
quedando absorta ante hojas que se acumulan en tu mesa y que representan, si la
ausencia valió la pena, el ascenso social."
"Me
gusta cuando estudias porque estas como hecha un bagarto, así con la piel llena
de mate y pucho e incertidumbre. Porque las uñas se te rompen y la lengua te
queda amarilla. Me gusta cuando estudias porque no importa cuántos te rompieron
el corazón, los únicos hombres de tu vida son Beltrán, Postolsky y todos los
genios que inventaron la radio."
O ser ella simplemente una persona que
inventa algo útil como una máquina del tiempo que permita transformar la
angustia que nace de un pre-parcial en un viaje inesperado a las antípodas de
la civilización atlántica, a un lugar que todavía no haya sido definido, donde
tiempo y espacio no existen y no halla que dar parciales para demostrar que uno
es eso, una nota, flotando entre otras notas, vaciadas en una mesa en alguna
cátedra de alguna universidad entre muchas universidades donde diez mil
millones de alumnos pretenden así, convertir su suerte en una carrera
terminada. Ganar el reconocimiento. Y es allí donde hace su aparición la
Penélope de la Burocracia, la única reina inextinguible pisoteando los sueños.
Y ella sí vivía en el presente y era fácil encontrarla en las boletas de gas,
en las colas de coto , en cada contraseña que vaciamos en algún sitio web donde
intentamos mostrarnos tal cual somos, cuando somos solo este pedazo de
palabras, ahora convertidos en catarsis del pre-parcial, ese , el que la hace
desear que volver al futuro sea real y aparezca el profesor y pueda volver atrás y
decida inteligentemente elegir una carrera donde no haya que estudiar los orígenes de la
radio para poder avanzar en la vida.
Sofía.
Me pasa igual, cualquier suceso de la realidad es un obstáculo entre mi, el parcial y mis metas.
ResponderEliminarDeseo que te vaya bien.