Nelly contempla con amable dulzura y lentitud la gente ir y venir en el
bar. Y se pide su jugo y su árabe de lomo.
Luego un demonio se apodera de ella, y se queja, de todo. Esta vieja y
entonces recuerda lo que acaba de hacer y se excusa de estar en el bar, porque
en Carlitos hay mucha gente joven y ruidosa.
Y ella quiere estar sola. Frente a su lomo. Que no pudo morder. Que se
le escurre en los ojos, como los recuerdos de un tiempo mejor.
Sofía.
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