Sonia era una mujer rígida, o al menos lo era en su mente, ya que su
porte parecía hablarnos de una mujer amable de curvas redondeadas y rasgos
bonachones. Sonía sin embargo era una mujer que tenía horarios para todo. Tenía programadas distintas alarmas porque era rígida y organizada, pero
a la vez, olvidadiza.Una alarma para regar las plantas, otra para preparar el desayuno. Sonía
inclusive tenía cronometrado cuanto debía tardar en hacer la comida.Tenía alarmas y horarios para cambiar a los chicos, para ayudarlos con
la tarea. Lo que implicaba que si alguno de sus hijos no había entendido un ejercicio
de lengua ,de matemática o de lo que fuese, ella se iba a su clase de yoga y lo
dejaba pensando.Así Sonia tenía una vida controlada y feliz. Hasta que un día un extraño
fenómeno meteorológico alteró los relojes y chips de país donde Sonia vivía.Al parecer como fenómeno nuevo del calentamiento global una lluvia acida
corrompía las baterías de alarmas, relojes y tecnología comprada en el último
tiempo. Demás está decir que Sonia era una mujer sumamente asidua a las nuevas
tecnologías.Fue así que Sonia corrió las cortinas de esa mañana nublada de Mayo y ya
no sabía qué hacer.Descubrió que hacía varios años que no escuchaba a su corazón, que sin
las alarmas, los horarios y las agendas virtuales Sonia no tenía a donde ir.Sus hijos la miraban extrañados mientras ella arrancaba hojas del jardín
con la mirada perdida en el horizonte.Fue así como Sonia de a poco se fue reencontrando con su naturaleza
divina. Comenzó a quedarse más tiempo escuchando los problemas de sus hijos,
que agradecidos , comenzaron a ser mejores alumnos. Los desayunos comenzaron a ser variados y Sonia descubrió recetas que la
fueron lanzando al mundo de la fama. El aroma de los desayunos nuevos de Sonia,
ya no guiados por recetas ni medidas exactas,
hacía que todas las vecinas toquen a su puerta.Con el fenómeno climatológico pasado y los relojes devueltos a su vida,
Sonia decidió crear un sistema de desayunos a domicilio con una carta muy
surtida con más de 500 desayunos. Desde entonces ya no tuvo que preocuparse por ir a trabajar, ni por
agendar los horarios.Su vida comenzó a ser de ella. Solo guarda actualmente de aquella etapa
rígida y oscura, un odio imperdonable hacia los relojes y hacia todos los
miembros de la familia Citanova. A quienes explícitamente no envía desayunos a
domicilio.
Sofía Gómez Pisa.
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