La Jenny lo estaba mirando con esos ojos negros, tristes, enormes, iguales a los
de él. Era la que más se le parecía. Juani y Alma eran más como su mamá,
naricita fina, ojos marrones claritos, siempre sonriendo. Todavía no entendían,
quizás cuando jugaban a ver quién comía el pan blando todavía se creían el
juego. En algún momento se iban a dar cuenta que mamá y papá siempre perdían,
por ahí la suerte no los acompañaba mucho. 10 horas al día y en
negro. El Pela le dijo que si tenía suerte con 5 veces ya cubría un día
en lo del Paya. Mucha tarjetita pero hay
gente con guita todavía, a veces se puede. Si lo iba a hacer, la negra no
se tenía que enterar, con un par de veces podría comprar la estufa y hacer algo
con el techo. La negra había estado histérica, Alma tenía cucarachas en la
cama, se escondían entre la tierra las hijas de puta y subían a la cama. Y no coman más en la cama. Tenía que
comprar unas sillas. Me robó el celular
el hijo de puta. La Jenny lo estaba mirando con esos ojos negros, tristes,
enormes. No, era un charco de agua, eran los ojos de él.
Rocío
No hay comentarios:
Publicar un comentario