martes, 17 de junio de 2014

Argelia - Alemania

Una tarde de junio, en una fría oficina subterránea, los más altos mandatarios del mundo entero se reúnen en su comité semestral secreto, con la presencia exclusiva del misterioso Ministro del Mundo, para decidir el futuro de la humanidad. 
—Señor presidente, por medio de su investidura, me dirijo al Señor Ministro.
—Proceda, señorita... 
—Reyes, delegada de Honduras. Señor Ministro, me dirijo a usted para informarle que en la reunión regional de esta mañana encontramos una posible Solución del Mundo. 
 —¿Una Solución del Mundo? Desde la guerra fría que ningún comité regional me proponía algo tan ambicioso. ¿Cuál es su propuesta? 
—Creemos que es un plan brillante. Es una solución conjunta planeada entre algunos países latinoamericanos y la Liga Árabe. Tiene todos los componentes necesarios para el éxito: cooperativismo internacional, llegada popular y masiva, adaptada al contexto histórico...
 —Muy bien, muy bien. Redondee. ¿Cuál es la solución? 
—Que Argelia gane el mundial. 
 —¿Que Argelia gane el mundial?
 —Pensamos que podía jugar la final contra Honduras. Pero para agregar dramatismo, misticismo y respetar el fixture, creemos que podría triunfar en la final contra Alemania. Aunque nos gustaría un país africano en semifinales. Además podría sumar el apoyo de todo el continente al proyecto. 
 —Señorita Canciller, esto parece una broma. Ni moviendo contactos en todas las grandes religiones podriamos hacer algo para que gane Argelia. Además son árabes, no es un favor para ir a pedirle al Papa. Pero lo que menos comprendo es porqué usted cree que El Mundo se solucionaría de esa manera.
 —Sabemos que suena raro, Ministro. Pero piense un segundo. En primer lugar, una sorpresa deportiva, de estas características, siempre relaja a la población. Disminuiríamos la tensión en el mundo entero, las conversaciones sobre la guerra en oriente medio serian en gran parte reemplazadas por fútbol, me atrevería a decir que muchos jóvenes árabes dejarían de unirse a movimientos rebeldes porque se pondría de moda el deporte en toda la región. 
—Disculpeme, delegada, pero esto es un disparate.
 —Déjeme terminar. No sólo sembraríamos una ola de esperanza en los países árabes, sino en todo el mundo. No es sólo cosa de fútbol. Piense en todas las apuestas y chistes que se habrán hecho al respecto: "Tengo menos chances de conseguir trabajo que Argelia de ganar el mundial." "No te voy a pagar ni aunque Argelia salga campeón". "En este examen me va a ir peor que a las selecciones de Irán y Argelia juntas." Piense en todas las personas que verse esperanzadas, pensar que es una señal, ¡volverse más emprendedores!.
 —Disculpeme, señorita, pero todavía exagera... 
 —Entonces piénselo de modo más pragmático. Los medios de comunicación ocupados con un triunfo inesperado. Periodistas y estadistas ocupados con estadísticas de fútbol árabe, sin hablar de economía. Aunque no se solucionara el mundo, señor Ministro, dejeme decirle que usted de todas formas saldría ganando. Y no tiene nada que perder. Su seleccionado ni siquiera está participando. Pero si todo esto no lo convence, permita que mi colega, el economista italiano Alfredo Tonelli, le explique cómo el triunfo Argelino en el campeonato del mundo desataría un enorme crecimiento en la economía global. 
—Así es, Ministro. Lo hemos estado estudiando durante meses. En primer lugar, la victoria sería una sorpresa para todos inversionistas que confían en las estadísticas. Los mercados financieros se revolucionarían. Por otro lado, tenemos el merchandising. En cuanto Argelia surja como la sorpresa en octavos de final, todos los países eliminados van a hinchar por su selección. Y nadie tiene un gorro verde y blanco en su casa. Todo un nuevo mercado internacional de producción de gorros y vuvuzelas con los colores argelinos que podría reactivar la industria textil de cualquier economía en crisis. También está el alboroto de los medios. Propuestas para llevar canales deportivos a toda la liga árabe. Una ampliación sin límites para los canales de cable de la región. Nuevos auspiciantes para todos los seleccionados malos del mundo para ver cual se convierte en la revelación 2018.
 —La idea sigue siendo completamente descabellada. Pero además, dígame ¿Cómo podríamos hacer que gane? Con las disculpas de todos los representantes de la liga árabe... Ninguno de ustedes tiene chances. Una cosa es arreglar un partido, incluso financiar un seleccionado... ¿Pero arreglar el mundial de fútbol para que gane un país sin oportunidades? 
 —Ministro, ya hemos pensado en eso. Es todo un tema de autoconfianza. Sólo hay que conseguirles un primer triunfo. Por goleada. Después, los medios de comunicación hablando de la sorpresa argelina. Un poco de revuelo sobreactuado. Sembrar euforia en países que no clasificaron. Un poco de propaganda, una canción de Shakira, una publicidad de CocaCola apoyando la sorpresa argelina. Algún error en el agua potable de la selección rival. Somos la organización internacional más poderosa del planeta... Podemos sacar un equipo adelante. 
 —Bueno, bueno. Entiendo que tenemos la inteligencia suficiente como para manipular el resultado de un campeonato. Pero no me parece, de todas formas, que esto vaya a solucionar El Mundo, así como usted lo propone... Hasta diría que está planeando todo esto por algún tipo de rencor futbolístico, si no fuera porque es hondureña y no estoy seguro de que le importe. 
—Ministro... Yo estoy firmemente convencida de todas las virtudes de este proyecto. Pero, si no le convence, le recomiendo que lo someta a votación.
 —Sugerencia aceptada. El que esté de acuerdo con promover el triunfo de Argelia en el Mundial de Brasil, que levante la mano. Una tímida mayoría levantó la mano y se aprobó el proyecto.
 —Va a ser dificil, ya tienen el primer partido perdido. Señorita Reyes, usted se encarga de la logística. Y ya sabe, el menor presupuesto posible.
 *** 
 Más tarde, los delegados de Argentina, Italia, Alemania y Uruguay cenan pizza con la delegada de Honduras. Los Argelinos ya festejan el campeonato.
 —Sabía que iba a funcionar. Brindo por más reuniones como estas y que Brasil no gane nunca más una copa. 
 —No era muy difícil. Por supuesto que el Ministro no cree que esto vaya a solucionar nada. Pero es de familia italiana. 
—Y la ex-mujer es brasilera. Parece que se odian. 
—¿De verdad? Hubieras esperado por ahí, y no me hubiese esforzado tanto.
Tamara

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