Puedo dejarte libre ahora. Pero como olvidaré el llenarte,
el inflamarte de todas mis
constelaciones. Soñarte despierta entre mis manos. Atarte, despacio, someterte,
creer que eras mío para siempre. Recuerdo también la primera vez que te vi, lo
recuerdo justo ahora que será la última. Teniéndote entre mis manos te adoraba,
pero decidí dejar que seas libre en al aura exterior de los cosmos. Y ese día,
cerca de la plaza, a la hora de tomar el té Laura soltó una lágrima y un
hermoso globo celeste se alzó en el cielo camuflándose entre las nubes.
Sofía.
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