lunes, 14 de julio de 2014

Enchufe y la final del mundo

A enchufe le gustaba mirar pasar las horas buscando algo para encenderse. Nadie lo comprendía, todos lo usaban como un simple elemento chato, abierto a que cualquiera abusara de su potencia. Lo cierto es que enchufe, todo lleno de telarañas colgado debajo del televisor, atrás de la computadora, era el protagonista verdadero de la casa, aunque todos lo dejaran en un segundo plano, relegado a existir sobriamente, como el enchufe de la cocina, siempre peligrosamente mojado, o el de la habitación tan golpeado por la cama.

Enchufe dijo si yo estuviera cerca de Messi, hubiéramos ganado la copa. Pero esa tarde su dueña quiso usar la planchita y llovía. Un hilo de agua se coló levemente por la ventana. Enchufe hizo cortocircuito y murió, su vida como una supernova iluminó por un momento una ventana de caballito que alcanzó a ver el portero y dos niños que se paseaban con corneta. Su vida, inútil, se llevó consigo una calentadora de pelo de Panasonic, sueños incumplidos y el llanto de su dueña que enrulada y electrocutada,  no pudo terminar de ver la final del mundo.
                                         
                                                                                               Sofía

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