Había resultados difíciles de esperar. Nunca pensó
que había algo peor que esperar un bondi a las 3 de la mañana en una parada
sola, en invierno, congelada de pies a cabeza. O esperar una
llamada después de una entrevista de trabajo. Había algo peor, y se estaba
dando cuenta ahí sentada, comiéndose las uñas, mirando el noticiero que tenían
en la sala de espera. Espera que desespera. Tenía bien elegido el nombre. Otra
la ve nerviosa y le pregunta. Quizás fue el pedacito de esmalte en los dientes,
las piernas temblorosas o la manía de
sonarse los dedos lo que la delató. No
importaba. Respiró profundo y lo puteó por no estar ahí ¿Cómo iba a estar si no
le había dicho nada? Los resultados iban a tardar la hora más larga de su vida.
En el minuto 30 se arrepintió de esperar sola, pero era tarde para avisar, y
tampoco había señal ¿Desde cuándo los noticieros dedicaban más tiempo a contar
lo que hacían las parejas de famosos en vez de hablar de algo un poco más útil?
Minuto 45. Imposible concentrarse. El doctor abre la puerta y mientras la mira,
agita un papel con unos resultados. Un corazón y medio se detuvo por un
segundo.
Rocío
No hay comentarios:
Publicar un comentario