lunes, 24 de marzo de 2014

Sala de espera

Había resultados difíciles de esperar. Nunca pensó que había algo peor que esperar un bondi a las 3 de la mañana en una parada sola, en invierno, congelada de pies a cabeza. O esperar una llamada después de una entrevista de trabajo. Había algo peor, y se estaba dando cuenta ahí sentada, comiéndose las uñas, mirando el noticiero que tenían en la sala de espera. Espera que desespera. Tenía bien elegido el nombre. Otra la ve nerviosa y le pregunta. Quizás fue el pedacito de esmalte en los dientes, las piernas temblorosas  o la manía de sonarse los dedos lo que la delató.  No importaba. Respiró profundo y lo puteó por no estar ahí ¿Cómo iba a estar si no le había dicho nada? Los resultados iban a tardar la hora más larga de su vida. En el minuto 30 se arrepintió de esperar sola, pero era tarde para avisar, y tampoco había señal ¿Desde cuándo los noticieros dedicaban más tiempo a contar lo que hacían las parejas de famosos en vez de hablar de algo un poco más útil? Minuto 45. Imposible concentrarse. El doctor abre la puerta y mientras la mira, agita un papel con unos resultados. Un corazón y medio se detuvo por un segundo.


Rocío



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