Desde que nació tiene
ese problema: todo lo que no le tiene que decir a nadie nunca, Juan lo dice,
enseguida. No se puede aguantar. Por eso cuando estaba en el jardín de infantes
confesó que él había robado la plasticola por la que la maestra no permitía que
nadie saliera del aula. Y en la primaria, contó que él era el que había anotado
las respuestas de las multiplicaciones en la ventana. Ese verano en Villa
Gesell dijo que él había olvidado las llaves tiradas en la arena. De más grande
admitió su culpa por haber chocado el auto familiar. Un sólo secreto no reveló
nunca. Que en realidad, no había hecho nada. El responsable era su hermano
Joaquín.
Tamara
No hay comentarios:
Publicar un comentario