sábado, 16 de agosto de 2014

Stella

El teléfono desconectado hacía un ruido insoportable. Las fotos amarillas ahora teñidas de las lágrimas de Stella daban noción de su melancolía. Con la espalda curvada  y el pelo enmarañado Stella sostenía la mirada lejana y muerta en esas fotos hasta que decidió colgar el teléfono que detuvo su ruido solo unos segundos. Al unísono Stella atendió una llamada. Su rostro dibujo una rápida sonrisa. Corrió al placard y se calzó el smoking de su ex marido y la corbata de su abuelo mientras buscaba en la biblioteca el libro “como adiestrar a su mono en diez días “mientras jugaba , riendo perversamente, con un látigo imaginario.

                                                                                                     Sofia

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