Emilia decidió
ir esa tardecita de Agosto que la sorprendía con una mini primavera a la casa
de su tía abuela Emma, quien siempre la recibía con su típico pollito con papas
y a quién tenía sumamente abandonada. Si había algo que le gustaba de ese
recorrido hasta su casa era recorrer el viejo barrio que en cada centímetro de baldosa
gritaba juegos infantiles y aroma verano, tal como había sido su infancia de
poli-ladrón en cada vereda y mancha y ring-rajes en cada puerta. Cuando salía
ya decidida tomó un saco mientras las noticias anunciaban a gritos las
siguientes palabras “ Hoy a las 21: 45 hs. Marte estará más cerca que nunca a
la tierra y podrá verse desde todos los rincones de Buenos Aires “.
Llegó a la casa
de su tía y comenzó a recorrer el ordenado living-comedor que tanta envidia le
daba al verse tan blanquecino y minimalista. La tía había sido desde pequeña
muy buen decoradora. El aroma del pollo comenzaba a invadir las habitaciones
recordándole tantas otras gratas visitas como hacen todos los aromas
inconfundibles que llevamos en el alma. De repente comenzó a ver como una luz
roja entraba por la ventana del living-comedor. La luz se fue haciendo más
fuerte hasta parecer un rayo laser que quisiera perforar el piso. Emilia se
acercó con un poco de súbito miedo hacia la ventana del living comedor donde le
pareció ver un puntito rojo sumamente grande que al ver su pupila desapareció.
Esto la dejó aún más confundida. ¿Estaría acaso algo mareada por la falta de calorías?
Se volvió hacia la ventana cuando vio que el puntito había sido tapado por lo
que, dedujo de sus tiempos mirando series de ficción, era una nave madre. La
nave vio también que ella la estaba observando o eso sintió y al unísono dejo escapar
otras naves más pequeñas de una de sus salidas las naves colisionaron luego
contra el puntito y pequeñas bolas de humo se vieron en el cielo. Pensó en
llamar a su tía pero estaba muy absorta en la cocina y muy vieja para
entenderlo. Fue a la habitación a buscar el teléfono para ver si su madre había
sido testigo de los acontecimientos cuando notó que las manecillas del reloj
giraban a una velocidad increíblemente rápida hacia la derecha. Comprobó que su
reloj también giraba, mientras lo hacían todos los de la casa. La ventana de la
habitación parpadeaba de colores anunciando un cielo despejado como el de la mañana,
luego uno rojizo como el de la tarde. Hasta que todo oscureció nuevamente. Los
relojes pararon.
-
¡A comer!, grito la tía desde la cocina.
Emilia camino hacia ella des-encontrada.
-
Que pasa
sobrina parece que hubieras visto un fantasma. Prende la tele querida por
favor.
-“Hoy
a las 21: 45 hs. Marte estará más cerca que nunca a la tierra y podrá verse
desde todos los rincones de Buenos Aires “.
Sofía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario